Tejidos de resistencia (Colénquima y Esclerénquima)
El colénquima y el esclerénquima
son los tejidos de sostén de las plantas. Están constituidos por
células con paredes celulares gruesas que aportan una gran resistencia
mecánica. A pesar de compartir la misma función, estos tejidos se
diferencian por la estructura y la textura de las paredes celulares y
por su localización dentro del cuerpo de la planta.
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Colénquima laminar en el tallo de un saúco.
Colénquima angular de una hiedra
El colénquima es un tejido vivo formado por un solo tipo celular, la célula colenquimática.
Presenta una gruesa pared celular primaria caracterizada por
engrosamientos distribuidos de manera desigual y esto confiere al
tejido gran fuerza de tensión y resistencia al estrés mecánico. Las
células colenquimáticas, al igual que las células parenquimáticas, son
capaces de reanudar una actividad meristemática gracias a que sus
paredes celulares son primarias y no lignificadas, a pesar de su grosor.
Es un tejido poco extendido en el cuerpo de las plantas ya que, por lo
general, no está presente en las raíces ni tampoco en estructuras con
crecimiento secundario, donde es sustituido por el esclerénquima. Se
sitúa en posiciones periféricas, donde realiza mejor su función, bien
justo debajo de la epidermis o separada de ella por una o dos capas de
células parenquimáticas. Forma una especie de cilindro continuo o bien
se organiza en bandas discontinuas. Sirve de soporte durante el
crecimiento de tallos herbáceos, hojas y partes florales de las
dicotiledóneas. Está ausente en las monocotiledóneas.
Colénquima lagunar del tallo de Euphorbia.
Colénquima anular del tallo de una malva.
Las paredes celulares de las células colenquimáticas tienen una gran cantidad de pectinas y hemicelulosas, además de celulosa. Juntos confieren a este tejido sus características de resistencia y flexibilidad. Precisamente estas características tisulares le han dado el nombre al colénquima, que deriva de la palabra griega colla, que significa goma. Si a esto le sumamos que es un tejido vivo, y por tanto con capacidad para desarrollar y engrosar sus paredes celulares, podemos decir que es el tejido de sostén por excelencia de los órganos que se están alargando, ya que tiene capacidad de adaptarse al crecimiento de cada estructura de la planta en crecimiento.
Los distintos tipos
de colénquima se caracterizan por el engrosamiento de sus paredes
celulares. Si la pared celular está engrosada de forma desigual pero no
deja espacios intercelulares tenemos al colénquima angular,
en el cual los engrosamientos se dan en los vértices de las células.
Cuando los engrosamientos están en las paredes tangenciales externas e
internas tenemos al colénquima laminar.
Si el engrosamiento de la pared deja espacios intercelulares puede
ocurrir que el engrosamiento de la pared exista cerca de dichos espacios
intercelulares, tenemos entonces al colénquima lagunar, o bien que el engrosamiento sea uniforme alrededor de la célula, y entonces tenemos al colénquima anular.
El esclerénquima,
a diferencia del colénquima, presenta dos tipos de células con pared
celular engrosada, pero ésta es secundaria y lignificada en las células
maduras. Las células esclerenquimáticas
maduras no contienen protoplasma y son células muertas. Gracias a la
estructura de sus paredes celulares el esclerénquima tiene una función
muy importante en el soporte de los órganos que han dejado de alargarse.
Protegen las partes más blandas de las plantas y más vulnerables a
estiramientos, pesos, presiones y flexiones. Por eso aunque está
distribuido por todo el cuerpo de las plantas, ya sean estructuras con
crecimiento primario o secundario, es más abundante en tallos y hojas
que en raíces.
Este tejido es
complejo y los dos tipos de células que lo componen se distinguen
principalmente por su forma, su origen y su localización. Un tipo son
las fibras, células alargadas y fusiformes, y el otro las esclereidas,
que son células variadas en su forma pero típicamente más isodiamétricas
que las fibras. El origen de estos dos tipos celulares no está claro
pero se propone que las fibras se originan por diferenciación de células
merístemáticas y las esclereidas a partir de células colenquimáticas o
parenquimáticas que lignifican sus paredes celulares.
Fibras de esclerénquima del maíz.
Las fibras
son células alargadas de extremos puntiagudos, con una pared celular
secundaria más o menos gruesa con muchas capas y con un grado de
lignificación variable. Se sabe que la lignificación y la diferenciación
de las fibras en los tejidos vasculares están influidos por las
hormonas vegetales como las auxinas y las giberelinas, que regulan la
deposición de lignina en la pared celular. La pared celular de la fibra
madura puede ser tan gruesa que a veces ocupa completamente el interior
celular. La mayoría de las fibras son células muertas en la madurez,
aunque se han encontrado elementos fibrosos vivos en el xilema de
algunas dicotiledóneas. Debido a su resistencia a la tensión son de gran
importancia económica y se empaquetan por lo general formando hebras
que constituyen la fibra comercial. Las fibras de las hojas de algunas
monocotiledóneas son comercialmente importantes en la manufactura de la
ropa y otros tejidos.
Las fibras se
clasifican según su posición topográfica en la planta. Las fibras
extraxilares son aquellas que se encuentran en el floema (fibras
floemáticas), en la corteza (fibras corticales), o bien rodeando haces
vasculares (fibras perivasculares) y las fibras xilares se encuentran en
el xilema.
Esclereidas, de color rosado, de una hoja de un camelio.
Las esclereidas muestran paredes secundarias muy gruesas y lignificadas que a menudo están interrumpidas por unas patentes punteaduras. Sus formas pueden ser isodiametricas, estrelladas, ramificadas, etcétera. Están ampliamente distribuidas entre las angiospermas pero son más abundantes en dicotiledóneas que en monocotiledóneas. Se encuentran en los tallos, hojas, frutos y semillas, aisladas o formando capas. Clásicamente se clasifican según su forma: astroesclereida, braquiesclereida, también llamada célula pétrea, macroesclereida, osteoesclereida y tricoesclereida.
Poco se sabe de la
función completa de las esclereidas. En muchos tejidos, aparte de tener
una función mecánica, se les atribuye una misión protectora para paliar
el efecto de los herbívoros o para disuadirlos. Aunque se han propuesto
otras funciones más específicas en las hojas tales como conducir agua a
la epidermis o incluso parecen ser transmisoras de luz (actúan como
fibras ópticas) incrementando los niveles luminosos de las hojas. A
menudo se originan tarde en la ontogenia de la planta y lo hacen por
esclerosis de células parénquimáticas seguida de un crecimiento
intrusivo que las hace penetrar en los espacios intercelulares del
tejido donde se encuentran.
Fuente: http://webs.uvigo.es/mmegias/1-vegetal/guiada_v_sosten.php