▷ RELACIÓN SUELO-PLANTA-AGUA ◁
Relación Suelo-Agua.
⛳ El suelo está compuesto por tres elementos: el suelo como tal, el agua y el aire. ✔ La parte sólida es el suelo mismo, que puede corresponder a 50% del total, mientras que el 50% restante corresponde al aire y al agua. Esta proporción de agua, aire y suelo es importante para valorar la capacidad que tiene un suelo para almacenar el agua que necesitan las plantas.
Las características físicas del suelo más relacionadas con la capacidad de almacenamiento o retención de agua son la textura, la estructura y la porosidad.
- La textura del suelo es la proporción de las partículas minerales que lo componen, es decir, arenas, limos y arcillas. Por tratarse de una relación entre el contenido de cada una de esas partículas, la textura de un suelo no cambia drásticamente en el tiempo, aunque sí puede variar por efectos de la erosión. Un suelo arcilloso tiene mayor capacidad de almacenar agua que uno arenoso.
- La estructura del suelo es una característica que define la forma como las partículas constitutivas del suelo (arena, limo, arcilla) se unen para formar unidades de mayor tamaño llamadas agregados o terrones. La estructura de un suelo sí puede cambiar como respuesta a las labores agronómicas de un cultivo, en particular, de la mecanización de las tierras.
- La porosidad corresponde a la parte del suelo no ocupada por arenas, limos, arcillas o materia orgánica, y está condicionada por la estructura y la textura del suelo. Cuando la porosidad es alta, hay mayor posibilidad de almacenamiento de agua. Un suelo es más poroso en cuanto existe un mayor número de espacios entre las partículas que lo componen, o sea, en cuanto menor es el tamaño de las mismas. Por lo general, un suelo arcilloso es más poroso, y por ende, tiene una mejor capacidad de retención de agua. Un suelo arenoso tiene menor número de espacios entre partículas, pero éstas son de mayor tamaño, y por ello, menor es su capacidad de almacenar agua.
La retención de humedad en el suelo es la capacidad natural que éste tiene de mantener una reserva útil para asegurar su equilibrio natural y otra que suministrar agua para el desarrollo de las plantas que crecen sobre él. El suelo nunca está completamente seco, pero no siempre tiene la cantidad de agua necesaria para suministrar la que requieren los cultivos.
Para comprender mejor este concepto, es necesario tener en cuenta que en el suelo pueden existir cuatro tipos de agua: higroscópica, capilar, gravitacional y aprovechable.
Agua higroscópica
Las arenas, arcillas y limos atraen agua, con un efecto similar al de un imán; y la atraen con tanta fuerza y en tal cantidad, que las plantas no logran absorberla toda; por eso no les sirve para su crecimiento y desarrollo.
Agua capilar
Es atraída con una fuerza menor que la higroscópica y se encuentra rodeando las partículas minerales o llenando los espacios o poros entre ellas. Las plantas sí tienen la capacidad de absorber esta agua, pero no totalmente, ya que sólo pueden tomar la que se encuentra en poros de 0,2 a 5,6 micras de diámetro.
Relación planta-agua.
La relación entre el agua y la planta no es ajena a la que existe entre el suelo y el agua. Cuando la palma participa en esta relación, ocurre una serie de procesos de carácter biológico mediante los cuales el agua va del suelo a la planta y de la planta a la atmosfera. Ellos son la absorción, la transpiración y la evapotranspiración.
Absorción
La palma absorbe el agua por las hojas y por las raíces, pero es más importante y mayor la cantidad que absorben las raíces. La facilidad o dificultad de absorción está dada por la cantidad de agua aprovechable en el suelo.
En la medida en que el contenido de agua en el suelo se aproxima al punto de marchitez permanente, la palma hace lenta o nula la absorción y reacciona marchitándose de manera gradual.
Transpiración
Es el agua que, después de llegar a la planta, pasa a la atmosfera en forma de vapor de agua. Del total de agua que absorbe una planta, sólo de 1 a 2% es utilizada para la formación de sus estructuras vegetativas y reproductivas; el agua restante pasa a la atmosfera, o sea que es transpirada por la planta.
El fenómeno de la transpiración está determinado por factores propios de la planta, del clima e incluso del suelo. La transpiración es la fuerza que genera el movimiento del agua desde las raíces hacia las hojas, y de éstas hacia la atmosfera. El agua que la planta absorbe trae consigo una serie de nutrientes del suelo, y al pasar por toda ella, va dejándole los nutrientes que requiere.
Evapotranspiración
Es la cantidad de agua absorbida por la planta y transpirada por ella, más la que se evapora desde el suelo en el que se encuentra el cultivo. Esta cantidad varía para el mismo cultivo según las condiciones ambientales, el tipo de suelo e incluso el tipo de material genético cultivado en él. Por esta razón, no se considera un elemento decisivo para determinar la necesidad de agua para el cultivo.